RODOLFO PALACIOS
Editorial Planeta
205 páginas
Todos recordamos quien fue Ricardo Barreda. Aquel odontólogo que un día, cansado de ser
maltratado por su familia, decidió terminar con todo matándolas. Esto podía ser el resumen de su acto, pero
como en una novela policial, Barreda, luego de matarlas se fue de su casa como
un domingo cualquiera.
Primero arrojo la escopeta con la que mato a su mujer, su
suegra y sus hijas en Punta Lara y luego se fue con su amante a pasar la tarde
y a cenar. Al llegar a su casa, llamo a la policía y denuncio un robo.
La policía lo llevo detenido y termino preso. Ahí podía terminar la historia. Un asesino
que finaliza preso.
Pero no, la sociedad le dio otro marco a la historia.
Por supuesto que la mayor parte de la sociedad se horrorizo
con la matanza, no solo por haber matado a su esposa y suegra, sino también por
la muerte de sus hijas. Sin embargo,
otra parte de la sociedad lo admiro.
Llamándolo ídolo, y hasta usando el termino Barreda como una apelación simpática
para una broma cualquiera. Hoy, más de 20 años después, estas apreciaciones
continúan igual.
Barreda terminó preso y muchos años después salió en
libertad para ir a vivir con Berta. Una mujer que visitaba las cárceles para
llevar compañía a los necesitados.
La historia tiene otros trasfondos, como la casa abandona
donde vivió con su familia en la ciudad de La Plata. El maltrato del que fue víctima. La infancia
de Barreda y su presente.
Una historia real, que si no lo fuera, podría ser una buena
novela policial.
Y es así como Rodolfo Palacios, joven periodista que ya
apasiono a los lectores con otras historias, nos trae a un Barreda luego de la prisión,
mientras vivía con Berta. En un departamento en el barrio de Belgrano.
Palacios se reúne en varias ocasiones con él, y mateada o
picada o alguna comidita de por medio crean un lazo de “amistad”, que aunque
parezca extraño, no deja de ser una relación amable.
El autor nos cuenta sus charlas con Barreda. Conocemos a Berta,
y tratamos de entender su interés por ciertos asesinos considerándolos
inocentes a pesar del dictamen de la justicia.
Nos enteramos de la infancia triste y abusadora por la que paso Ricardo
Barreda.
Nos cuenta sobre su vida diaria, monótona, aburrida. La
relación con Berta y hasta con el mismo autor. Si bien por momentos uno podría humanizarlo y hasta justificarlo,
al dar vuelta la página vemos al hombre que horrorizo a gran parte de la
sociedad.
El autor nos permite a nosotros evaluar a Barreda. Sin embargo, no
se puede dejar de lado que fue un asesino.
Una interesante crónica sobre un personaje oscuro, extraño.
Odiado por muchos, adorado por pocos.
Y como siempre Rodolfo Palacios nos muestra la cara que no
conocemos de un asesino, así como nos mostró a Puccio hoy le toco a Barreda.
Nilda
Gallegos Nelson
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